Gestión de responsabilidad social empresarial

Gestión de responsabilidad social empresarial…Sabías que muchos de los consumidores y muchas veces los propios directivos empresariales saben muy poco sobre la RSE y sus implicaciones.

¿Qué es la Responsabilidad Social Empresarial (RSE)?

La RSE repercute positivamente en los negocios vaya acompañada de más y mejores ideas sobre qué es la RSE, por qué influye en los negocios y qué significa para las organizaciones y la sociedad.

La RSE consiste en la asunción voluntaria por parte de las empresas de responsabilidades derivadas de los efectos de su actividad sobre el mercado y la sociedad así como sobre el medio ambiente y las condiciones de desarrollo humano.

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La responsabilidad derivada de la actividad empresarial es primordialmente económica y comprende, desde luego, el cumplimiento de las obligaciones legales. Pero también requiere gestionar aspectos que las leyes no pueden determinar en todos sus detalles y todas sus implicaciones:

  • Condiciones que permiten el desarrollo personal en el trabajo.
  • El respeto a los consumidores como clientes y como ciudadanos con derechos.
  • La conciliación de trabajo y vida personal.
  • El trato imparcial a las personas en el medio laboral y profesional.
  • El impacto de la actividad industrial en el entorno social y natural, las expectativas ciudadanas sobre la contribución de las empresas a los objetivos sociales (en temas como seguridad, salud, educación, integración, etc.).
  • La reputación corporativa.
  • La transparencia informativa.
  • La promoción y mantenimiento de la confianza de los inversores.

Las empresas tienen un papel decisivo por su influencia a escala global: pueden ser un elemento positivo para el desarrollo de los pueblos, contribuyendo a crear condiciones para la democracia y el progreso social; pero a la vez transforman (y en cierto modo amenazan) modos de vida e identidades culturales tradicionales, muchas veces favorecen la corrupción política y el estancamiento social y, sobre todo, tienen un terrible potencial destructor del medio ambiente, a veces de modo irreversible.

La atención a estos amplios aspectos de la actividad empresarial no es más que la toma de conciencia de la realidad de los negocios. Pero esa atención puede transformarse en decisiones, estrategias y políticas corporativas pro-activamente comprometidas con el papel de la empresa en la sociedad.

Muchas veces tales decisiones se enmarca en campañas de marketing o de comunicación, y se relaciona únicamente con la política de imagen corporativa. En otras ocasiones se trata de compromisos corporativos con valores y principios. En estos casos, la RSE se integra en la gestión, y supone un enfoque nuevo de la actividad empresarial: un planteamiento que está revolucionando el modo de hacer negocios en todo el mundo.

En este sentido, la Gestión de responsabilidad social empresarial supone una innovación y, paradójicamente, una ventaja competitiva basada en el compromiso con la sociedad y el medio ambiente.

Se suele decir que la RSE establece un nuevo pacto entre las empresas y la sociedad, el cual pone los cimientos para un crecimiento económico sostenible, incluyente, armónico y respetuoso con valores humanos y sociales.

Este pacto entre los negocios y la sociedad no significa, ni debe significar, la desnaturalización de las organizaciones con ánimo de lucro. Obtener beneficio en el marco del respeto a las leyes es un objetivo legítimo –y necesario– en nuestra estructura económica, y es la primera responsabilidad de las empresas; pero el modo en que este objetivo se conjuga con otras responsabilidades de las organizaciones determina el carácter distintivo de la gestión. Y es evidente que los mercados y la sociedad necesitan, valoran y premian una gestión de responsabilidad social empresarial transparente y responsable.

RSE: Una oportunidad y una necesidad

Una visión de la gestión  de responsabilidad social empresarial

La RSE supone para las empresas integrar en la gestión las preocupaciones económicas, sociales y medioambientales. La gestión responsable tiende hacia un modelo en que los beneficios sociales y medioambientales forman parte de la definición del éxito corporativo.

Las empresas responsables perciben el entorno actual –globalización, demandas sociales de transparencia, ampliación de los mercados, retos medioambientales, etc.– como una oportunidad para afirmar su papel social, su potencial para liderar el desarrollo sostenible en términos de bienestar económico, y también en términos de bienestar social y protección del medio ambiente.

Cuando se afirma a la ligera que la “RSE es una moda” no se piensa que responde a retos y circunstancias reales. Estos retos no van a desaparecer, sino que más bien tienden a agudizarse. Las compañías dispuestas a confrontarlos positivamente convertirán los desafíos en oportunidades.

La gestión  de responsabilidad social empresarial no es un añadido o un lujo, sino el modo de entender una buena gestión corporativa en las circunstancias actuales.

La gestión responsable se caracteriza por ser pro-activa, por traducirse en políticas concretas, y por ir más allá de la “acción social”. RSE significa una actitud pro-activa ante las circunstancias descritas. Una actitud pro-activa se alcanza al superar la actitud defensiva propia de la consideración del contexto de la empresa (básicamente su relación con los interlocutores sociales y los riesgos medioambientales) como una amenaza. Ante la amenaza, muchas organizaciones establecen políticas y mecanismos que aseguran una gestión eficaz y una solución rápida de las crisis cuando se presentan. Parte de esa barrera defensiva –o gestión del riesgo– puede consistir en programas formativos, implantación de sistemas de gestión medioambiental y otras medidas propias de la RSE, e indudablemente beneficiosas, pero que no constituyen por sí mismas más que fragmentos de una política de RSE.

La filosofía de tales medidas parciales es únicamente mantener a salvo un sistema de gestión y unos valores esencialmente ajenos al contenido de tales medidas. La RSE implica el compromiso sólido con los valores sociales y medioambientales.

El foco de la gestión se proyecta sobre un orden triple de objetivos:

  1. Los económicos.
  2. Los sociales.
  3. Los medioambientales.

En estos tres órdenes se establecen metas y prioridades, y se procura medir el progreso y los resultados (e informar objetivamente sobre ello). Obviamente, las herramientas de planificación y medida de los objetivos económicos están muchísimo más desarrolladas que en los otros dos órdenes, considerados “blandos” y difíciles de medir objetivamente. Mas esto no debe servir de excusa para negarse a contrastar el progreso en esos ámbitos; únicamente significa que hay que crear los instrumentos de evaluación e información, refinarlos y adaptarlos, y hacerlos progresivamente creíbles. Embarcarse en ese proceso, anticipándose a las demandas de información y de responsabilidad de la sociedad y los poderes públicos es lo más característico de una actitud pro-activa.

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