Violencia en el trabajo

La violencia en el trabajo perjudica a todos, no sólo a las víctimas inmediatas. Otras víctimas potenciales incluyen compañeros de trabajo, familiares, amigos, pacientes y clientes.

Las organizaciones, los oficios y las profesiones, así como las economías nacionales y mundiales, se ven todos ellos perjudicados como resultado de los daños a su situación y reputación, de la reducción de la productividad y del aumento de los costos.

El impacto en la salud y en el bienestar de las personas y sus familias Si bien la violencia y el acoso en el lugar de trabajo pueden afectar en última instancia a la salud, el bienestar y la dignidad de una persona, también pueden, entretanto, tener un efecto adverso en su situación laboral.

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Pueden adoptar la forma de manipulación de la reputación de una persona, aislamiento, ocultación de la información que necesita para realizar su trabajo, asignación de tareas que no se ajustan a sus capacidades o fijación de objetivos e imposición de plazos imposibles, pueden asimismo manifestarse en la negación de oportunidades de formación , exposición profesional, promoción profesional, traslado o renovación de contrato, e incidir en el despido, la contratación, la remuneración, la calificación, la reclasificación, entre otros.

Como resultado de la violencia y el acoso, las personas pueden sufrir una serie de lesiones y problemas graves de salud mental y física y pueden experimentar trastornos en el empleo y otras consecuencias sociales (Keashly, 2001; Einarsen y Mikkelsen, 2010).

Aunque los actos aislados de violencia en el trabajo pueden percibirse únicamente como ofensivos, los patrones de conducta acumulados pueden constituir un mayor riesgo para las víctimas (Nielsen y Einarsen, 2012). D

Desde un punto de vista psicológico, las personas que sufren violencia y acoso en el trabajo pueden sufrir un trauma tan grave para su salud mental, su bienestar y su autoestima del que tal vez nunca se recuperen.

Los afectados de violencia en el trabajo también pueden sentir:

  • Tristeza
  • Vergüenza
  • Culpabilidad
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Desconfianza
  • Repugnancia
  • Incredulidad
  • Impotencia
  • Síndrome de estrés postraumático (TEPT)
  • Síntomas nerviosos de distinta índole.
  • Reacciones como el shock
  • Desesperación
  • Ira
  • Indefensión
  • Problemas de sueño
  • Fatiga crónica
  • Aumento del riesgo de suicidio

En 2017, los resultados de una revisión sistemática de la bibliografía sobre el tema sugirieron que podrían vincularse claramente ‘el acoso en el lugar de trabajo y la ideación suicida’ (Leach y otros autores, 2017).

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Las víctimas pueden ‘automedicarse’ con drogas y alcohol (Einarsen y otros autores, 2015), y quedar socialmente aisladas cuando las relaciones con sus compañeros de trabajo, amigos y familia se deterioran como consecuencia de la violencia y el acoso (Lutgen-Sandvik y otros autores, 2007).

Desde un punto de vista físico, las víctimas suelen sufrir una disminución de la fuerza física y dolencias musculoesqueléticas (Parker, 2014), un mayor riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares (Carter y otros autores, 2013), así como un aumento de los niveles de cortisol y una frecuencia cardíaca elevada (Nielsen y Einarsen, 2012). Además, las formas más graves de violencia sexual, a saber, las relaciones sexuales forzadas o la violación, pueden dar lugar a graves lesiones físicas, embarazos no deseados y a enfermedades de transmisión sexual, incluido el virus del VIH (Haspels y otros autores, 2001).

Además, si un trabajador se queja de violencia y acoso, la queja puede desencadenar represalias y reducir su bienestar profesional, psicológico y físico; sin embargo, no quejarse y soportar la violencia sin resistirse también tiene consecuencias para la salud (Cortina y Magley, 2003).

La presencia de la violencia en el  trabajo puede tener un efecto perjudicial para la salud mental de las personas, aunque no sean personalmente objeto de la agresión, como los testigos y otros compañeros de trabajo (Tsuno y otros autores, 2018).

Otras víctimas secundarias son los familiares y amigos, que pueden sufrir daños indirectos por la pérdida de sus parejas, padres y otros miembros de la familia. La carga asociada para las organizaciones y para la sociedad.

Los riesgos psicosociales asociados con la violencia y el acoso en el trabajo ‘se han convertido en una preocupación creciente  y su impacto en el bienestar de los trabajadores contribuye cada vez más a las ausencias del trabajo y [está asociado] a importantes costos para las empresas’.

La violencia y el acoso en el lugar de trabajo traen consigo una serie de posibles efectos adversos. Entre ellos cabe mencionar el aumento del absentismo laboral (debido, entre otras cosas, al miedo, las enfermedades y las lesiones) y una mayor rotación de personal.

Todos estos factores están vinculados a los consiguientes aumentos de los costos de contratación, incorporación y formación, así como a la desmotivación y la disminución del rendimiento y la productividad (Nielsen y Einarsen, 2012).

En estudios recientes se ha reconocido que la exposición a la intimidación aumenta el riesgo de baja por enfermedad en más de un 60 por ciento (Nielsen y otros autores, 2016). Otras repercusiones son el daño a la reputación, los procedimientos jurídicos en curso, la creación de un entorno de trabajo desagradable y el daño a las culturas organizacionales.

Además, la reputación dañada de una organización puede dificultar la atracción de buenos trabajadores, repercutir en los costos de elaboración de productos y de prestación de servicios y dar lugar a gastos jurídicos relacionados con los enjuiciamientos, el derecho común y otras reclamaciones legales (Mayhew y otros autores, 2004).

Los costos asociados a la rotación de personal pueden ser muy elevados, ya que tanto las víctimas como los testigos pueden verse afectados negativamente por la violencia y el acoso y, por lo tanto, verse motivados a dimitir (Rayner y Keashly, 2005).

Las repercusiones organizacionales de la violencia y el acoso en el trabajo pueden dar lugar a una reducción de la rentabilidad de la empresa, a un aumento de las primas de seguros (inclusive en relación con la indemnización de los trabajadores), a un mayor uso y costo del sistema de salud y a una serie de efectos adversos de otra índole en la economía (Hoel y otros autores, 2011).

Además, la violencia y el acoso en el lugar de trabajo pueden tener efectos perjudiciales indirectos en las organizaciones por el comportamiento de los clientes y los consumidores y los malos resultados.

Los clientes pueden expresar su insatisfacción a organismos externos, cambiar sus conductas de compra, presentar quejas y/o interponer demandas. Las consecuencias económicas asociadas al cambio de comportamiento del cliente/consumidor aumentarán con el tiempo si la incidencia y la gravedad de la violencia y el acoso laborales no se controlan o si se multiplican (Mayhew y otros, 2004).

Los trabajadores que están expuestos a violencia en el trabajo también tienen más probabilidades de cometer errores en el trabajo y de comprometer los niveles de los servicios. En el sector de la atención de la salud en particular, esto puede tener consecuencias potencialmente catastróficas (Mayhew y otros autores, 2004), y dar lugar a demandas por negligencia profesional.

La violencia y el acoso en el lugar de trabajo también pueden tener consecuencias para la sociedad en su conjunto en lo que respecta a los costos relacionados con los servicios sociales y de salud y el bienestar. Estos costos incluyen los relacionados con las consultas médicas, el tratamiento y/o la rehabilitación, así como los gastos derivados del bienestar social/ prestaciones debidos a la jubilación anticipada, y los costos más intangibles relacionados con la pérdida prematura de trabajadores productivos (Hoel y otros autores, 2001).

Deber general de los empleadores de proteger la salud física y mental de los trabajadores

La mayoría de los países cuentan con algún tipo de legislación que estipula que los empleadores tienen la obligación de asegurar y proteger la salud y la seguridad de sus trabajadores en el lugar de trabajo. En varios países esta obligación incluye implícitamente tanto la salud física como la psicológica; de hecho, las leyes sobre SST de al menos 55 países protegen ambos tipos de salud.

Por ejemplo, en Burkina Faso, el empleador tiene el deber de adoptar todas las medidas necesarias para proteger la salud física y mental de los trabajadores de la empresa, incluidos los trabajadores temporales, los aprendices y los pasantes.

La legislación no siempre menciona explícitamente la ‘violencia y el acoso’ como un riesgo para la salud y la seguridad de los trabajadores. Sin embargo, puede interpretarse que el deber de diligencia del empleador abarca también implícitamente las amenazas para la salud y la seguridad de los trabajadores derivadas de los actos de violencia y acoso que se produzcan en el lugar de trabajo.

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Fuente:https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_protect/—protrav/–safework/documents/publication/wcms_751837.pdf

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