Conciencia del medio ambiente en Empresas

Junto a la toma de conciencia de los ciudadanos ante los problemas del medio ambiente en empresas, como parte y motor de las sociedades modernas, han ido percibiendo la necesidad de incorporarse a las demandas de la sociedad por la consecución de un desarrollo económico que nos permita disfrutar de un ambiente natural digno para la vida. Las administraciones públicas, a través de los recursos que el sistema educativo dispensa, han contribuido de forma esencial a la toma de concienciación sobre el cuidado del medio ambiente. Los tecnicismos propios de la Ecología han pasado a ser no sólo parte de nuestro vocabulario cotidiano, sino que se han integrado en el lenguaje jurídico y en el relativo al mundo de la economía occidental.

Es evidente, por tanto, que se ha procesado un cambio sustancial en nuestra forma de contemplar el entorno en el que se desarrollan nuestras actividades y nuestra relación con el mismo. Hoy, conceptos como «contaminación», «reciclaje», «tratamiento selectivo de residuos» etc. son ya parte de nuestro léxico común y cuyo entendimiento ha transformado incluso nuestros hábitos de consumo.  Es obvio, por tanto, que el mundo empresarial no puede permanecer ajeno a esta concienciación colectiva sobre el medio ambiente. Es cierto que las empresas también han cambiado su concepción sobre la relación del desarrollo económico particular y el bienestar de la sociedad en general, en lo que a la implicación de la actividad empresarial con el entorno se refiere.

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En este sentido se ha pasado progresivamente de una concepción de la empresa en la que la inversión en prevención del deterioro medioambiental era sinónimo de «pérdidas económicas» a una visión más sensibilizada en la que al abordaje de los temas ecológicos se incluyen ya en los planes de actuación trazados para el diseño y funcionamiento de la actividad empresarial.

La idea primordial de que no es posible un desarrollo económico general sin un tratamiento respetuoso del entorno natural ha calado profundamente en todos los ámbitos: La empresa no puede sustraerse de esta línea en pro de la preservación del medio ambiente, y hoy en día, la Ecología, como rama de la Ciencia, ofrece al mundo empresarial una serie de innovaciones tecnológicas y de conocimientos encaminados a favorecer el desarrollo económico compatibles con el respeto al medio ambiente. Por su parte, desde los primeros convenios internacionales para la mejora del entorno natural afectado por las actividades industriales en el mundo desarrollado, las instituciones gubernamentales también han presionado a las empresas con normativas legales que se hallan en constante evolución. Los efectos que la empresa genera en su entorno no son sólo de carácter socio-económico sino también de carácter medioambiental.

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Los ciudadanos, convertidos en trabajadores, directivos o creadores de una empresa, han empezado ya a colaborar en las mejoras medioambientales y el mundo de la empresa no se halla al margen de esta concienciación social y está actuando en consecuencia, conociendo, valorando y minimizando los riesgos que su actividad genera ante el eventual deterioro del entorno natural en el que vivimos.

En definitiva, la empresa en nuestros días tiene una responsabilidad crucial en la tarea de la mejora medioambiental, y esta responsabilidad debe ejercerse ante una perspectiva que supere el mero cumplimiento de la legalidad vigente al respecto.

LA APARICIÓN DE LA LEGISLACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE EN EMPRESAS

La existencia de una normativa legal en constante evolución y exigencia, controlada cada vez más con mayor rigor por la Administración y el rechazo social hacia actividades no respetuosas con el entorno son tres razones que apoyan ineludiblemente el hecho de contar con la cuestión medioambiental en la gestión global de la empresa. De todas estas, la aparición de nueva legislación es la que más ha influido en las empresas pues significó y está significando, un cambio importante en las pautas de conducta empresariales, de modo que han de estar en constante contacto con las administraciones pues estas generan regularmente nueva legislación que tiene nuevas implicaciones.

Resulta obvio que el compromiso del medio ambiente en empresas  ha de trazarse tras un perfecto entendimiento e interiorización del concepto de desarrollo sostenible, base a su vez, de las legislaciones sobre medio ambiente.

Comprender las relaciones entre medio ambiente y desarrollo económico es una tarea imprescindible hoy en día para el establecimiento y funcionamiento de cualquier empresa.

Debe tenerse en cuenta que la consecución de un desarrollo económico sostenible no sólo beneficia a las generaciones de ciudadanos de nuestro entorno más cercano, y a nosotros mismos, sino también a otros países en vías de desarrollo que aún disponen de gran diversidad biológica que es tarea de todos preservar.

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Evidentemente, este concepto involucra en sí mismo aspectos tan esenciales para la convivencia de las generaciones, así como los de justicia, eficiencia y democracia. Relacionando la legislación con el desarrollo sostenible debe mencionarse un concepto también vinculado a la legislación internacional sobre medio ambiente y que conviene que todas las empresas lo tengan presente, es el llamado principio «Quien contamina paga»: Recogido en el Tratado de Maastricht, implica que todo el que contamina debe pagar el daño ecológico causado. Los responsables de un acto de contaminación pagarán los costes de las medidas necesarias para eliminarla o reducirla a un nivel jurídicamente admitido. Según lo expuesto hasta ahora, es evidente que la política de actuación de cualquier empresa en materia medioambiental ha de sustentarse en la aplicación de un principio básico: la prevención.

Estas nuevas formas de trabajar han llevado a las empresas por diferentes caminos, uno de los más exitosos ha sido el de la producción limpia. A algunas empresas les pareció que la única forma de conseguir un cambio verdadero era optar por una «producción limpia», es decir, un enfoque que:

  • Se sitúa al principio del proceso de producción y no al final.
  • Minimiza los desechos y las emisiones contaminantes en lugar de gestionarlos.
  • Da lugar a nuevos métodos de producción que requieran un menor consumo de energía y materias primas, basados en un incremento de la eficiencia.
  • Aporta derivados de los materiales, productos y procesos peligrosos.
  • Reconoce que todos los componentes del medio ambiente están interrelacionados y que, por ejemplo, la contaminación del suelo, del agua y del aire, debe abordarse conjuntamente.
  • Modifica el «ciclo de vida» completo de los productos, teniendo en cuenta el consumo de energía y materias primas, el proceso de producción, embalaje, distribución, consumo, eliminación o recuperación. Al contrario de lo que ocurre actualmente, el diseño de productos tendría que tener en cuenta conceptos como durabilidad, reparación, mantenimiento, reutilización y reciclaje.
Fuente:https://eco.mdp.edu.ar/cendocu/repositorio/00836.pdf

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